El mercado cada día demanda más sostenibilidad. Es uno de los grandes megatractores de la economía, así como el consumidor consciente. Este hecho está haciendo mover a las grandes marcas hacia ese posicionamiento. Por creencia, o por necesidad, todo el mercado se está viendo obligado a transicionar hacia procesos productivos con menor impacto medioambiental.
Indiscutiblemente, la logística es una parte muy relevante de las emisiones de todas las compañías y el mercado está empezando a transicionar hacia métodos más sostenibles y eficientes. Desde la relocalización de fábricas a puntos más cercanos a sus clientes, pasando por limitar al máximo el transporte aéreo o transicionar las propias flotas a vehículos eléctricos.
En la última convención de Debates ICIL en Barcelona, dos retailers relevantes de nuestro país como Mango o Desigual mostraban la dificultad en encontrar carriers capaces de ofrecer entrega sostenible. Se juntan tres retos importantes a la hora de alcanzar la transición al vehículo eléctrico: La gran inversión en el vehículo eléctrico (3x un diésel) Gestión de la recarga del vehículo (punto de recarga, horas de recarga, obra civil, etc.) Gestión operativa de una flota eléctrica (gestión de la autonomía, tipo de conducción, etc.) Si, además, añadimos que la mayoría de las flotas pertenecen a pequeños empresarios o autónomos, hace que esa transición sea realmente difícil.
Inversión en el vehículo eléctrico
Hoy en día encontramos en el mercado multitud de marcas con soluciones de vehículo eléctrico. Especialmente en vehículo ligero, encontramos el mayor catálogo de marcas como Citroën, Fiat, Nissan o Ford entre otras. Marcas con gran experiencia en este tipo de vehículos industriales tradicionales que se han volcado en ofrecer soluciones eléctricas para que sus clientes puedan hacer frente a las restricciones de las ciudades como las Zonas de Bajas Emisiones. El problema aparece cuando la operación requiere de camiones de mayor tonelaje. Marcas como Jac Motors ofrecen ya soluciones que permiten batir a sus homólogos diésel en pocos años.
Gestión de la recarga
La propia instalación de un punto de recarga puede llegar a ser una instalación costosa y su optimización depende en gran medida de las necesidades de la operación. Puntos como cantidad de vehículos a recargar, tiempos de recarga entre otras variables serán las que determinarán la potencia necesaria lo que podrá encarecer, o disminuir mucho el coste final de la instalación. Empresas especialistas como Circontrol y Bia Power permiten conseguir el equilibrio entre instalación y carga eficiente de cualquier flota.
Gestión operativa
Muchas empresas no son conscientes que la transición no sólo es comprar un VE y poner un punto de recarga. Una de las ventajas de un VE es que requiere de mucho menos mantenimiento, pero nuevas restricciones como la gestión de la autonomía es clave para sacarle el máximo rendimiento a este tipo de vehículos. Hoy en día, los gestores de flota no disponen del conocimiento para planificar las rutas con la precisión que requiere este tipo de vehículos. Para ello empresas como Aigües de Barcelona, con una de las mayores flotas eléctricas, usa tecnología de optimización de rutas como la de SmartMonkey capaz de planificar las rutas teniendo en cuenta la autonomía de sus vehículos eléctricos para maximizar su utilización, aun no teniendo el 100% de la carga disponible.
Conclusión
La transición del vehículo eléctrico no es únicamente una sustitución de tecnologías del automóvil, sino involucra otras piezas esenciales como la recarga o la propia gestión operativa. El reto de empresas, administraciones y clientes es facilitar, promover y financiar este cambio. El mercado está empujando con fuerza hacia una logística más sostenible. Ya disponemos de la tecnología para abordar todos y cada uno de los retos, sólo falta formación y apoyo institucional para terminar de afrontar este reto nacional.
Recorte del artículo publicado en la revista Supply.net de Mayo 2023